Ortega y Gasset. ¿Qué es la filosofía?

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«El experimento es una manipulación nuestra mediante la cual intervenimos en la naturaleza obligándola a responder. No es pues la naturaleza sin más y según ella es lo que el experimento nos revela sino solo su reacción determinada frente a nuestra determinada intervención. Por consiguiente -y eso me importa dejarlo subrayado en expresión formal-, la llamada realidad física es una realidad dependiente y no absoluta, una cuasi-realidad, porque es condicional y relativa al hombre. En definitiva, llama realidad el físico a lo que pasa si él ejecuta una manipulacion. Sólo en función de ésta existe esa realidad. Ahora bien, la filosofía busca precisamente como realidad lo que es con independencia de nuestras acciones, lo que no depende de ellas; antes bien éstas dependen de la realidad plenaria aquella. Por esta razón yo propongo que, al definir la filosofía como conocimiento del Universo, entendamos por tal un sistema integral de actitudes intelectuales, en el cual se organiza metódicamente la aspiración al conocimiento absoluto. Lo decisivo, pues, para que un conjunto de pensamientos sea filosofía, estriba en que la reacción del intelecto ante el Universo sea también universal, integral, que sea en suma un sistema absoluto.»


«Filosofía es conocimiento del Universo o de todo cuanto hay. Ahora, presumo, estas palabras suenan con toda su carga de electricidad intelectual, con toda su amplitud y todo su dramatismo. Conocemos ya el radicalismo de nuestro problema y el de las exigencias que imponen al tipo de verdad filosófica. La primera de éstas era no aceptar como verdadero nada que no hayamos nosotros mismos probado y comprobado, nada cuyos fundamentos de verdad no hayamos nosotros construido. Por tanto, quedan en suspenso nuestras creencias más habituales y plausibles, las que constituyen el supuesto o suelo nativo sobre que vivimos. En este sentido es la filosofía anti-natural y, como dije, paradójica en su raíz misma. La doxa es la opinión espontánea y consuetudinaria, más aún es la opinión natural. La filosofía se ve obligada a desasirse de ella, a ir tras ella o bajo ella en busca de otra opinión, de otra doxa, más firme que la espontánea. Es, pues, para-doxa.

Si nuestro problema es conocer cuanto hay o el Universo lo primero que necesitamos hacer es determinar de qué cosas entre las que acaso hay podemos estar seguros de que las hay. Tal vez en el Universo hay muchas cosas cuya existencia ignoramos y que siempre ignoraremos, viceversa, de otras muchas creemos que las hay en el Universo pero lo creemos con error, es decir, que, en verdad, no las hay en el Universo sino solo en nuestra creencia, que son ilusiones.»


«Pocos ejemplos hay en la historia más claros de que no basta la agudeza intelectual para descubrir una cosa nueva. Hace falta entusiasmo, amor previo por esa cosa. El entendimiento es una linterna que necesita ir dirigida por una mano y la mano necesita ir movilizada por un afán preexistente hacia este o el otro tipo de posibles cosas.

En definitiva, sólo se encuentra lo que se busca y el entendimiento encuentra gracias a que el amor busca. Por eso todas las ciencias han comenzado por ser aficiones de aficionados. La pedantería contemporánea ha desprestigiado esta palabra: pero aficionado es lo más que se puede ser con respecto a alago, por lo menos, es el germen de todo. Y lo mismo diríamos del diletante, que significa amante. El amor busca para que el entendimiento encuentre.»


«No se por qué solemos entender la palabra crisis con un significado triste, crisis no es sino un cambio intenso y hondo, puede ser cambio a peor, pero también cambio a mejor como acontece con la actual crisis de la física. No hay mejor síntoma de la madurez en una ciencia que la crisis de principios. Ella supone que la ciencia se halla tan segura de sí misma que se da el lujo de someter rudamente a revisión sus principios, es decir, que les exige mayor vigor y firmeza. El vigor intelectual de un hombre como de una ciencia se mide por la dosis de escepticismo, de duda que es capaz de digerir, de asimilar.

La teoría robusta se nutre de duda y no es la confianza ingenua que no ha experimentado vacilaciones; no es la confianza inocente, sino, más bien, la seguridad en medio de la tormenta, la confianza en la desconfianza. Ciertamente que es aquélla, la confianza, la que queda triunfando de ésta y sobre ella, quien mide el vigor intelectual.»


«No les dé vergüenza ignorar una cosa elemental. Todos ignoramos cosas elementales que está harto de saber nuestro vecino. Lo vergonzoso no es nunca ignorar una cosa, eso es, por el contrario, lo natural. Lo vergonzoso es no querer saberla, resistirse a averiguar algo cuando la ocasión se ofrece. Pero esa resistencia no la ofrece nunca el ignorante, sino, al revés, el que cree saber. Esto es lo vergonzoso: creer saber.

El que cree que sabe una cosa pero, en realidad, la ignora, con su presunto saber cierra el poro de su mente por donde podría penetrar la auténtica verdad. La torpe idea que tiene, soberbia y terca, actúa como en las termiteras, nidos de insectos algo semejantes a las hormigas, el guardián, que tiene una cabeza enorme, charolada, durísima y se dedica al menester de ponerla en el orificio de entrada, obturando con su propia testuz el agujero para que nadie ingrese. Así el que cree saber cierra con su propia idea falsa, con su propia cabeza el opérculo mental por donde el efectivo saber penetraría.»

SINOPSIS: «¿Qué es la filosofía?», de Ortega y Gasset.

«»¿Qué es filosofía?» es la obra que mejor compendia el pensamiento maduro de José Ortega y Gasset, su filosofía de la razón vital, la cual parte del hecho de que la realidad radical es la vida de cada uno. Frente al ser estático, permanente e idéntico a sí mismo que habían buscado tradicionalmente los filósofos, frente a la sustancia, Ortega dice que la vida es un gerundio, un «siendo», un constante hacerse, un quehacer que da mucho que hacer porque obliga al hombre a ejercer su libertad para ser sí mismo, para cumplir su vocación. Con este libro, que nació de un curso de 1929, Ortega se situó en el núcleo del debate filosófico del siglo XX. Se ofrece aquí en una nueva versión fiel a los manuscritos que dejó el filósofo.»

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