Rainer Maria Rilke. Cartas a un joven poeta.

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«Usted es tan joven, está tan lejos de toda iniciación, que quisiera pedirle, lo mejor que sé, querido señor, que tenga paciencia con lo que no está aún resuelto en su corazón y que intente amar las preguntas por sí mismas, como habitaciones cerradas o libros escritos en una lengua muy extraña. No busque ahora las respuestas: no le pueden ser dadas, porque no podría vivirlas. Y se trata de vivirlo todo. Viva ahora las preguntas. Quizá después, poco a poco, un día lejano, sin advertirlo, se adentrará en la respuesta. Quizá lleve usted en sí mismo la posibilidad de formar y crear como una manera de vivir especialmente feliz y auténtica. Prepárese para ella, pero acepte todo lo que venga con absoluta confianza. Y siempre que algo surja de su propia voluntad, de alguna honda necesidad, acéptelo como tal y no lo odie.»


«No puedes copiar a alguien con la esperanza de funcionar mejor. Si copias, trabajarás sin verdaderos sentimientos. Y sin sentimientos, todo lo que hagas equivaldrá a nada.»


«Le ruego que, a ser posible, lea pocas cosas de carácter estético-crítico; o son opiniones partidistas, rígidas y sin sentido en su endurecimiento carente de vida, o son hábiles juegos de palabras con los que hoy triunfa una opinión y mañana la contraria. 

Las obras de arte son soledades infinitas y con nada son menos alcanzables que con la crítica. Sólo el amor puede comprenderlas, celebrarlas y ser justo con ellas. Dese siempre a usted mismo y a su sentimiento toda la razón frente a cualquier polémica, discusión o introducción; y si usted el tiempo hacia otros conocimientos. Deje que sus juicios tengan su desarrollo propio, tranquilo e ininterrumpido, que, como todo progreso, debe venir, profundo, de dentro, y por nada puede ser presionado ni precipitado. Todo es gestar y después parir. Permitir que llegue a madurar cada impresión, cada germen de un sentimiento por completo en sí mismo, en lo oscuro, en lo indecible, en lo inconsciente, en todo lo inalcanzable para el propio entendimiento, y aguardar con profunda humildad y paciencia la hora del parto de una nueva claridad; sólo así se vive artísticamente, tanto en la comprensión como en la creación.

Aquí el tiempo no cuenta; un año no importa y diez años no son nada; ser artista significa no calcular ni medir; madurar como el árbol que no apremia su savia y se yergue confiado en medio de las tormentas de primavera, sin miedo a que después pueda no llegar el verano. Pero el verano siempre acude. Sin embargo, acude sólo para los pacientes, para aquellos que tienen ante sí toda la eternidad, tan libres de cuidado, serenos y distendidos. Lo aprendo a diario, lo aprendo en el dolor. Estoy muy agradecido al dolor. ¡Todo es paciencia!»

SINOPSIS: «Cartas a un joven poeta», de Rainer Maria Rilke.

«Estas «Cartas a un joven poeta», publicadas más de veinte años después de la muerte de su autor, fueron dirigidas por Rainer Maria Rilke (1875-1926) a Franz Xaver Kappus, entre 1903 y 1906, desde los diversos lugares a donde le condujo su vida itinerante, resultado de acuciantes preocupaciones económicas y de una casi constante dependencia de sucesivos mecenazgos. Escritos en una época en la que Rilke iniciaba la transición desde una poesía ensoñadora e intimista a otra más cercana al mundo de la materia y de las formas, estos breves textos son también un documento revelador del ideario del poeta y de su concepción del mundo, desde su visión de la vocación y de la inspiración literarias hasta sus meditaciones acerca de la soledad inherente a la tarea del creador.»

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