Meslier. Crítica de la religión y del Estado.
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«Sabed pues, amigos míos, sabed que todo lo que se declara y todo lo que se practica en el mundo para el culto y la adoración de los dioses no son más que errores, abusos, ilusiones e imposturas; todas las leyes y las órdenes que se publican bajo el nombre y la autoridad de Dios, o de los dioses, verdaderamente solo son invenciones humanas, al igual que todos estos bellos espectáculos de fiesta y de sacrificios, o de oficios divinos, y todas estas otras prácticas supersticiosas de religión y de devoción que se hacen en su honor; todas estas cosas, repito, solo son invenciones humanas que han sido, como ya he observado, inventadas por políticos refinados y astutos, cultivadas además y multiplicadas por falsos seductores e impostores, después recibidas ciegamente por ignorantes y luego, finalmente, mantenidas y autorizadas por las leyes de los príncipes y de los grandes de la tierra, que se han servido de esta clase de invenciones humanas para sujetar así con mayor facilidad a los hombres en general y hacer de ellos lo que quieran.»
«No penséis, amigos míos, que me impulse aquí algún deseo particular de venganza, ni algún motivo de animosidad o de interés particular; no, amigos míos, no es la pasión la que me inspira estos sentimientos ni la que me hace hablar de esta forma y escribir así; verdaderamente solo es mi inclinación y mi amor por la justicia y por la verdad, que veo por un lado tan indignamente oprimida, y mi aversión natural por el vicio y la iniquidad que veo por otro reinar tan insolentemente por doquier; no se podría tener odio ni aversión suficiente hacia personas que causan tan detestables males en todas partes y que abusan tan universalmente de los hombres.»
«¡Ay!, amigos míos, si conocierais bien la vanidad y la locura de los errores en que os mantienen bajo el pretexto de la religión y si supierais cuan injustamente y cuan indignamente se abusa de la autoridad que se ha usurpado sobre vosotros bajo pretexto de gobernaros, ciertamente solo tendríais desprecio por todo lo que se os hace adorar y respetar y solo tendríais odio e indignación hacia todos aquellos que abusan de vosotros y que os gobiernan tan mal y que os tratan tan indignamente.»
«Los hombres se han acostumbrado poco a poco a su esclavitud, y ahora están tan acostumbrados a ella que ya ni siquiera piensan casi en recobrar su antigua libertad; les parece que la esclavitud es una condición de su naturaleza. Es también por esto que el orgullo de estos detestables tiranos va siempre en aumento, y también por lo mismo que día tras día agravan cada vez más el uso insoportable de sus tiránicas dominaciones.»
«Seréis miserables y desdichados, vosotros y vuestros descendientes, mientras soportéis la dominación de los príncipes y de los reyes de la tierra; seréis miserables y desdichados mientras sigáis los errores de la religión y os sometáis a sus locas supersticiones. Rechazad, pues, por completo todas estas vanas y supersticiosas prácticas religiosas; barred de vuestros espíritus esta loca y ciega creencia en sus falsos misterios; no pongáis ninguna fe en ellos, burlaros de todo lo que os dicen al respecto vuestros interesados sacerdotes. Ellos mismos, en su mayor parte, no creen nada de esto. ¿Querríais creer más de lo que ellos mismos creen?
Dejad reposar a vuestros espíritus y a vuestros corazones por este lado, y abolid incluso entre vosotros todos estos vanos y supersticiosos servicios de sacerdotes y de sacrificaciones, y reducidlos a todos cuantos son a vivir y a trabajar últimamente como vosotros, o al menos a dedicarse a alguna cosa buena y útil. Pero no es suficiente. Procurad uniros todos cuantos sois, vosotros y vuestros semejantes, para sacudir completamente el yugo de la tiránica dominación de vuestros reyes y de vuestros príncipes; derribad por todas partes estos tronos de injusticias e impiedades; derrocad todas estas cabezas coronadas, confundid en todas partes el orgullo y la soberbia de todos estos tiranos altivos y orgullosos, y no soportéis nunca más que reinen de ningún modo sobre vosotros.»
«Seríais dichosos si os librarais de estos dos detestables e insoportables yugos de las supersiticiones y de la tiranía, y su fuerais gobernados únicamente por buenos y sabios magistrados. Por ello, si tenéis corazón, y deseáis liberaros de vuestros males, sacudid por entero el yugo de quienes os gobiernan y os oprimen, sacudid de común acuerdo y común consentimiento el yugo de la tiranía y de las supersticiones, rechazad con el consentimiento común a todos vuestros sacerdotes, a todos vuestros monjes y a todos vuestros tiranos, para establecer entre vosotros magistrados buenos, sabios y prudentes que os gobiernen pacíficamente, que os rindan fielmente justicia tanto a unos como a otros, y velen atentamente para la conservación del bien y de la paz pública, y a los cuales debierais por vuestra parte una obediencia diligente y fiel.»
«Si sois inteligentes, suprimid todos los odios, todas las envidias y todas las animosidades particulares entre vosotros, y dirigid todo vuestro odio y toda vuestra indignación contra vuestros enemigos comunes, contra todos estos detestables tiranos, y contra todas estas razas altivas y orgullosas de personas que os oprimen, que os hacen tan miserables, y que os arrebatan y arrancan de vuestras manos todos los mejores frutos de vuestros penosos trabajos.
Uniros en los mismos sentimientos de liberaros de este yugo odioso e insoportable de sus tiránicas dominaciones, así como de las prácticas vanas y supersticiosas de sus falsas religiones. Y así no habrá entre vosotros otra religión que la de la verdadera sabiduría y la probidad de las costumbres, ninguna otra que la del honor y la decencia, ninguna otra que la de la franqueza y la generosidad del corazón, ninguna otra que la de abolir por completo la tiranía y el culto supersticioso de los dioses y de las ídolos, ninguna otra que la de mantener la injusticia y la equidad en todas partes; ninguna otra que la de barrer por completo los errores y las imposturas y hacer reinar en todas partes la verdad, la justicia y la paz; ninguna otra que la dedicarse todos a algunos ejercicios honestos y útiles, y vivir regularmente todos en común; ninguna otra que la de mantener siempre la libertad pública, y finalmente, ninguna otra que la de amaros todos unos a otros, y guardar inviolablemente la paz y la buena unión entre vosotros.»
«Pero lo que hace que este tipo de vicios y que estos tipos de errores y de abusos se mantengan tan poderosa y universalmente en el mundo es que nadie se opone a ellos, nadie los contradice, nadie los increpa, ni los condena abiertamente allí donde están una vez establecidos y autorizados.
Todos los pueblos gimen bajo el yugo tiránico de los errores y de las supersticiones, de los abusos y de las injusticias del gobierno, y nadie osa gritar contra tan detestables errores, contra tan detestables abusos, y contra tan detestables robos e injusticias que se cometen tan universalmente en el mundo. Los sabios disimulan a este respecto, tampoco ellos se atreven a decir abiertamente lo que piensan, y gracias a este cobarde y tímido silencio todos los errores, todas las supersticiones y todos los abusos de que he hablado se mantienen y se multiplican todos los días en el mundo, tal como vemos.»
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