Marta Harnecker. Los conceptos elementales del materialismo histórico.
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«La concepción materialista de la historia parte del principio de que la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos, constituyen la base de todo el orden social; que en toda sociedad que se presenta en la historia, la distribución de los productos y, con ella, la articulación social en clases o estamentos, se orienta por lo que se produce y por cómo se produce. Según esto, las causas últimas de todas las modificaciones sociales y las subversiones políticas no deben buscarse en la cabeza de los hombres, en su creciente comprensión de la verdad y de la justicia eterna, sino en las transformaciones de los modos de producción y de intercambio; no hay que buscarlas en la filosofía, sino en la economía de la época de que se trate. Ahora bien, toda producción está caracterizada por dos elementos inseparables: el proceso de trabajo que da cuenta de la transformación de la naturaleza que el hombre realiza para convertirla en un objeto útil y las relaciones de producción que dan cuenta de la forma histórica concreta en la que se realiza el proceso de trabajo.»
«No se puede confundir el concepto de trabajo con el de fuerza de trabajo. Cada uno de ellos se refiere a realidades absolutamente diferentes. Un ejemplo para hacer más clara la diferencia: de la misma manera en que una máquina produce un “trabajo” determinado en una cierta cantidad de horas (enlata una determinada cantidad de alimentos) y para realizar este trabajo emplea una cierta cantidad de energía eléctrica, una obrera de una fábrica de tallarines, en sus 8 horas de jornada de trabajo diario, logra empaquetar una determinada cantidad de kilos de tallarines y, para realizar este trabajo, gasta una cierta cantidad de energía humana. Por lo tanto, la energía humana o fuerza de trabajo se diferencia radicalmente del trabajo realizado, que no es sino el rendimiento de esa fuerza de trabajo.»
«Los elementos simples de la manufactura son, por lo tanto, el trabajador parcelario y su instrumento. Ahora bien, estos elementos simples están combinados en un mecanismo específico que es el trabajador colectivo formado por un conjunto de obreros parcelarios. La existencia de este trabajo colectivo, en el que cada trabajador desarrolla tareas altamente especializadas, hace necesaria la existencia de una dirección que armonice las distintas actividades individuales y ejecute las funciones generales necesarias para la puesta en marcha del proceso de producción global. Esta función de control, vigilancia y dirección se convierte en una función del capital tan pronto como el trabajo sometido a él reviste la forma de un trabajo colectivo. Esta función que nace como una de las tantas tareas del trabajador colectivo, se separa de él y se transforma en una función que lo domina y lo aplasta. El trabajador colectivo pierde así todo dominio sobre el proceso de trabajo.»
“Es el afán de ganar más lo que lleva al capital a buscar nuevas fórmulas para aumentar la plusvalía. Ya no basta prolongar la jornada de trabajo, ésta tiene un límite fisiológico y un límite político impuesto por las luchas de la clase obrera, se hace necesario lograr disminuir la parte de la jornada de trabajo dedicada a pagar la fuerza de trabajo del obrero aumentando así la parte de la jornada no pagada que la clase capitalista acapara para sí. Para que ello ocurra, es necesario buscar formas de aumentar la productividad del trabajo aumentando su intensidad (sistema Taylor, etc.) y reemplazando el trabajo manual por el trabajo de las máquinas. Las relaciones técnicas propias de la industria han sido originadas y están sobredeterminadas por las relaciones sociales capitalistas de producción.”
“Ahora bien, cuando el marxismo afirma que es necesario destruir las relaciones capitalistas de producción, que es necesario que “muera el empresario” no está afirmando que los capitalistas deben ser destruidos físicamente. Sostiene algo muy diferente: lo que debe desaparecer es la función capitalista, la función de explotación del trabajador propia del sistema capitalista de producción, y ello sólo es posible si se destruyen las relaciones de producción capitalistas y reemplazan por otras relaciones, las relaciones socialistas de producción.”
“Cada capitalista depende cada vez más de todos los capitalistas. Éste no era el caso de las pequeñas industrias aisladas unas de otras y trabajando para un mercado muy reducido. Si una de ellas se paraba, no se provocaba sino una perturbación local. Por el contrario, una paralización en una gran empresa consagrada a una industria muy especializada, cuyos productos son utilizados en innumerables otras empresas, puede provocar un trastorno en toda la sociedad.
Por otra parte, es esta socialización creciente de las fuerzas productivas de la sociedad lo que ha llevado, aún a los países que se rigen por las leyes del sistema capitalista de producción, a reconocer la necesidad cada vez más urgente de planificar la economía y de transformar en propiedad del Estado aquellos sectores que son fundamentales a la marcha de la economía global.
El carácter cada vez más social de las fuerzas productivas entra así en contradicción cada vez más aguda con el carácter privado de la apropiación capitalista de los medios de producción. Decimos que entra en contradicción cada vez más aguda, y no que hace nacer una contradicción, ya que, desde el comienzo del modo de producción capitalista, ha existido una unidad contradictoria entre el carácter privado de la propiedad capitalista de los medios de producción y el carácter social que tuvo desde su inicio la fuerza de trabajo, contradicción que no existía en la producción artesanal.”
“El gran mérito de Marx es haber demostrado, a través de su estudio y del modo de producción capitalista, que la distribución desigual no depende de naturaleza humanas más o menos dotadas, sino que depende, fundamentalmente, de la propiedad o no propiedad de que gozan los individuos de los medios de producción. Debido a que los capitalistas son los propietarios de los medios de producción industrial y a que los terratenientes son los propietarios de la tierra, es que pueden ellos apropiarse de la mayor parte del producto social. La lucha de los trabajadores por mejores salarios significa en el fondo una lucha por una mejor distribución del producto social. Pero mientras la propiedad privada de los medios de producción esté en manos de un pequeño grupo de individuos de la sociedad, este grupo se opondrá a una distribución más justa, no hará sino pequeñas concesiones para calmar la protesta de los trabajadores.”
“Mediante las nociones de infra y superestructura Marx y Engels expresaron la relación que existe entre el nivel económico de la sociedad y los niveles jurídico-político e ideológico (“formas de la conciencia social”). De la misma manera que en un edificio los cimientos sirven de base para su construcción, la estructura económica es la base de todo edificio social. Uno de los grandes aportes de Marx y Engels es haber descubierto que para estudiar la sociedad no se debe partir de lo que los hombres dicen, imaginan o piensan, sino de la forma en que producen los bienes materiales necesarios para la vida.”
“Si se emplea la metáfora arquitectural de Marx y Engels del edificio con un cimiento o infraestructura y una superestructura que se construye sobre este cimiento, se puede decir que la ideología pertenece a la superestructura. Pero la ideología no se limita a ser solamente una instancia de la superestructura, ella se desliza también por las otras partes del edificio social, es como el cemento que asegura la cohesión del edificio. La ideología cohesiona a los individuos en sus papeles, en sus funciones y en sus relaciones sociales.
La ideología impregna todas las actividades del hombre, comprendiendo entre ellas la práctica económica y la práctica política. Está presente en sus actitudes frente a las obligaciones de la producción, en la idea que se hacen los trabajadores del mecanismo de la producción. Está presente en las actitudes y en los juicios políticos, en el cinismo, la honestidad, la resignación y la rebelión. Gobierna los comportamientos familiares de los individuos y sus relaciones con los otros hombres y con la naturaleza. Está presente en sus juicios acerca del “sentido de la vida”, etcétera. La ideología está hasta tal punto presente en todos los actos y los gestos de los individuos que llega a ser indiscernible de su “experiencia vivida” y, por ello, todo análisis inmediato de lo “vivido” está profundamente marcado por la acción de la ideología.”
“No son, por lo tanto, las ideas las que determinan el comportamiento de los hombres, sino que es la forma en la que los hombres participan en la producción de bienes materiales lo que determina sus pensamientos y acciones. Pero afirmar que la economía determina las ideas de los hombres ¿implica reducir el nivel ideológico a un simple reflejo del nivel económico? El marxismo no afirma que lo ideológico pueda reducirse simplemente a lo económico. Afirma, por el contrario, que el nivel ideológico tiene su contenido propio y sus propias leyes de funcionamiento y desarrollo.”
“Muchos críticos del marxismo pretenden negar la validez de esta teoría afirmando que Marx se equivocó con respecto a la clase obrera: “en la medida en que el capitalismo se ha ido desarrollando, la clase obrera -en lugar de crecer y madurar en conciencia de clase- se ha ido aburguesando y adaptando cada vez más al sistema. Si el marxismo sostuviera que la conciencia de clase o ideología es un simple reflejo de las condiciones económicas podría, sin duda, afirmarse que Marx se equivocó.
Pero el marxismo sostiene algo muy diferente: las condiciones económicas crean las condiciones materiales objetivas (concentraciones de grandes masas de trabajadores en los centros urbanos; división técnica y organización del trabajo dentro de las fábricas, lo que crea entre los trabajadores hábitos de cooperación y disciplina, movilidad territorial de la mano de obra que les permite descubrir nuevos horizontes, etc.), que sirven de base a la toma de conciencia de clase del proletariado, pero estas condiciones no provocan, no crean nada directamente.
Para que el proletariado descubra sus verdaderos intereses de clase, es decir, para que llegue a adquirir una conciencia de clase proletaria, es necesario hacer intervenir factores extraeconómicos; es necesario poner en manos del proletariado la teoría marxista, único instrumento capaz de liberar la tendencia ideológica proletaria de las deformaciones reformistas y economistas, productos de la ideología burguesa dominante.”
“Toda sociedad, además de poseer una estructura económica y una estructura ideológica determinadas, posee un conjunto de aparatos institucionales y normas destinadas a reglamentar el funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Estos aparatos institucionales y normas constituyen la estructura jurídico-política de la sociedad, y forman parte de su superestructura. Las formas de estos aparatos institucionales, su importancia y los principios normativos varían en relación con la estructura económica que les sirve de base. En las sociedades de clase, lo jurídico-político está asegurado por un aparato autónomo: el Estado, que monopoliza la “violencia legítima” y cuya principal función es mantener bajo la sujeción de la clase dominante todas las otras clases que dependen de ella. Esto explica una de las tesis fundamentales del marxismo: el Estado es un instrumento de presión de las clases dominantes sobre las clases oprimidas.”
“Podríamos decir que, de la misma manera en que la división técnica del trabajo dentro de la empresa da origen a la función de vigilancia y dirección, que tiene por objetivo la coordinación del trabajo global dentro de ella, la división del trabajo social requiere de un conjunto de aparatos institucionales y de normas destinadas a reglamentar el funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Esta función de organización y dirección, función de tipo técnico-administrativo, está sobredeterminada en ambos casos, por los efectos de la división de la sociedad en clases. La función de organización y dirección adquiere, a nivel de la empresa, un carácter de explotación de los trabajadores por los dueños de los medios de producción, y a nivel del Estado es utilizada para reproducir las condiciones políticas y económicas de la explotación de una clase por otra.
Para resumir: el Estado tiene una doble función: técnico-administrativa y de dominación política. Esta última es la que define propiamente al Estado sobredeterminando la función técnico-administrativa, es decir, orientándola, poniéndola al servicio de la función de dominación política. No existen, por lo tanto, tareas técnico-administrativas con un carácter neutro.”
“Se puede describir una sociedad, decir, por ejemplo, que en toda sociedad existen industrias, campos cultivados, correos, escuelas, ejército, policía, leyes, corrientes ideológicas, etc. Pero la organización de estos elementos en diferentes estructuras (económica, jurídico-política e ideológica) y la determinación del papel que cada una de estas estructuras desempeñan la sociedad, nos permite pasar de la descripción al conocimiento de una realidad social, establecer las leyes de su desarrollo y, por lo tanto, la posibilidad de guiarlo conscientemente.
En la época de Marx todo el mundo percibía, describía, los síntomas de la “enfermedad capitalista”: la pobreza de las masas, la riqueza de ciertos pequeños grupos, la explotación de la mujer y del niño, etc. Algunos se rebelaban, otros buscaban explicar esta situación recurriendo a las leyes divinas fatalistas: “siempre habrá pobres entre nosotros”. Pero Marx y Engels supieron pasar de la descripción al conocimiento de las causas y de las leyes de desarrollo capitalista, conocimiento que permitió, más tarde, a los partidos marxistas hacer la revolución y establecer regímenes sociales nuevos.”
“De la misma manera en que Marx pasa del concepto abstracto de plusvalía a los conceptos más concretos de beneficio de la empresa, beneficio comercial e interés, que no son sino las formas desarrolladas de la plusvalía, es decir, las formas en que ésta aparece en un nivel más concreto del análisis del funcionamiento del capital, de la misma manera debería pasarse de las dos clases del modo de producción capitalista, consideradas a nivel del proceso de producción de plusvalía -capitalistas y obreros-, a las fracciones de clase que surgen en el proceso de circulación del capital.”
“La idea de tiempo histórico elaborada por Hegel no es sino el reflejo de la experiencia vivida del tiempo. Creemos vivir en un tiempo único donde vemos un pasado, un presente y un futuro. Creemos distinguir diferentes períodos en nuestra historia personal, períodos que determinamos según los hechos más importantes de nuestra vida. La noción de tiempo histórico de Hegel es una noción ideológica, tomada de la experiencia vivida, y está directamente relacionada con la concepción que este filósofo tiene de la totalidad social. La existencia de un tiempo homogéneo y la posibilidad de hacer cortes históricos que nos permitan ver la esencia de la totalidad social están directamente ligadas a la concepción hegeliana de la totalidad social como un todo que posee una unidad de tipo espiritual.”
“Una biografía no narra la vida de un personaje siguiendo el tiempo marcado por los relojes (horas, días, meses, años, etc.), sino que se esfuerza por señalar los grandes hechos que han marcado su vida: encuentros, descubrimientos, accidentes, etc. El tiempo de la biografía es un tiempo visible a partir de los acontecimientos que han tenido lugar en esa vida personal. Pero Freud nos ha demostrado que permanecer en ese tiempo visible, en el tiempo de la biografía, es permanecer en la superficie de una vida humana, es permanecer a nivel de la descripción. Para conocer a una persona es necesario conocer la estructura fundamental de su personalidad.
El gran aporte de Freud es haber producido el concepto que permite conocer esta estructura fundamental: el concepto de inconsciente y sus diferentes fases de desarrollo (oral, anal, uretral, edípica, período de latencia, etc). La significación profunda de los hechos de la biografía no es inteligible sino a partir de su situación dentro de una fase determinada del desarrollo psíquico. La muerte del padre, por ejemplo, para un niño que pasa por la fase edípica (conquista del amor de la madre) tiene una significación muy diferente de la que tiene para un niño que no ha llegado todavía a esa etapa o que ya la ha superado. El primero puede sufrir fuertes sentimientos de culpa pensando que es él quien mató al padre, como su imaginación inconsciente lo deseaba.
El tiempo de la biografía es un tiempo visible, vivido, lineal. El tiempo del inconsciente es un tiempo que no es visible, que debe ser construido para cada etapa del desarrollo de la vida psíquica, siendo cada una de estas etapas lo que permite pasar de la simple enumeración de hechos a su comprensión. Podemos, por lo tanto, concluir que ni la teoría freudiana del desarrollo del psiquismo ni la teoría marxista de la historia de las sociedades se sitúan, en absoluto, a nivel de la historia empírica visible, que se desarrolla en un tiempo único, lineal, simplemente “cronológico”.”
“Dentro de una misma problemática pueden encontrarse diferentes filósofos. Pueden registrarse cambios radicales de problemática (Marx en relación con Hegel), pero también pueden darse cambios secundarios ( Feuerbach con respecto a Hegel). La historia de la filosofía, para adquirir el carácter de historia científica, debería, por lo tanto, abandonar el estudio cronológico de los diferentes filósofos y pasar al estudio de las diferentes problemáticas filosóficas que han existido, localizando a los filósofos dentro de sus problemáticas respectivas. Marx no se limita, por consiguiente, a ofrecer un nuevo criterio de periodización, debido a que la naturaleza misma de ese criterio -el modo de producción- implica una transformación completa de la manera de plantear el problema. Ya no se trata de una temporalidad histórica lineal, homogénea, de tipo hegeliano, sino de ciertas estructuras específicas de historicidad.”
“La teoría del espontaneísmo social que se encuentra en la base del economismo no es sino una de las formas en que se manifiesta esta reducción de la superestructura a un mero fenómeno de la estructura económica. Esta teoría espontaneísta reduce la conciencia de clase (fenómeno que pertenece al terreno de lo ideológico) a un simple reflejo de las condiciones económicas. Piensa que esta conciencia se adquiere espontáneamente, que basta, por ejemplo, ser obrero para tener conciencia de clase obrera. Nosotros sabemos que el marxismo-leninismo sostiene, por el contrario, que, abandonadas a su propio impulso, las masas tienden espontáneamente al reformismo. De ahí la necesidad de “importar” la teoría científica de Marx al movimiento obrero.
Es la fusión de la teoría marxista y del movimiento obrero la que hace posible la existencia de un partido obrero revolucionario, es decir, de un partido de la clase obrera, pero que constituye, al mismo tiempo, su vanguardia. Un partido que va mostrando a la clase obrera cuáles son sus verdaderos intereses de clase y cuáles son los pasos que deben darse para conseguir su satisfacción. El economismo niega, en la práctica, el carácter de vanguardia del partido obrero, transformándolo, por el contrario, en retaguardia de la clase que representa.”
“Ni el economismo -para el que la historia está marcada de antemano- ni el voluntarismo -para el que la historia es fundamentalmente el producto de la voluntad de los hombres, de la voluntad revolucionaria de ciertos individuos desligados de las masas, pero convencidos de que éstas, socialistas en potencia, los seguirán apenas inicien la lucha revolucionaria- hacen ningún análisis de las condiciones actuales de la revolución, de las clases, fuerzas sociales y relaciones de fuerzas existentes en cada país. Ambos matan las revoluciones antes de nacer pero por razones opuestas: el economismo porque confía en el espontaneísmo de las masas, el voluntarismo porque confía excesivamente en los hombres o en pequeños grupos de revolucionarios y descuida la preparación de una organización capaz de movilizar a las masas.”
SINOPSIS: «Los conceptos elementales del materialismo histórico», de Marta Harnecker.
«Marta Harnecker expone en este libro los conceptos principales del materialismo histórico, incorporando en su exposición las más recientes investigaciones. La autora había anticipado en cierto modo, el propósito y la necesidad de esta obra en la Introducción que, como traductora, escribió para la edición castellana de Pour Marx (La revolución teórica de Marx, Siglo XXI Editores). Decía allí: Althusser nos conduce a dejar de lado los manuales clásicos que, en su esfuerzo pedagógico, bien o mal intencionado, presentan el marxismo en forma simplificada y dogmática, dando origen a la mayor parte de los malentendidos que reinan no sólo entre sus adversarios, sino entre sus propios adeptos. Las citas célebres ya no son suficientes; es necesario realizar una lectura crítica a partir de las fuentes mismas. En esta crítica a los manuales clásicos se contiene implícitamente el programa de este libro. Porque este libro constituye un manual del nuevo tipo, un manual que no se limita a ordenar las necesarias citas célebres, ni sustituye la teoría por una simplificación dogmática, sino que pretende exponer con rigor y sistemáticamente las articulaciones fundamentales del materialismo histórico tal como las revela una lectura crítica a partir de las fuentes mismas. Marta Harnecker, chilena, fue discípula de Althusser en la Ecole Normale de Paris.»
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