Emilio Lledó. La memoria del Logos.
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«La subida hacia el conocimiento no es solo un proceso intelectual. Es un viejo problema de la filosofía el de si la vida teórica, a pesar del lugar supremo que ha ocupado desde las inolvidables descripciones de Aristóteles, no es, en el fondo, un acto antinatural. O sea, si el peso de la physis y de sus instintos enmarca y constituye primordialmente a la existencia humana. El hecho de que no baste la liberación del prisionero, sino que las etapas de esa liberación estén determinadas por el esfuerzo y el dolor, parece referirse a la antinaturalidad del conocimiento, a la no fluidez de la experiencia intelectual, en oposición al perfecto engranaje que la naturaleza presenta. Sin embargo, la lucha por vencer todo tipo de posible resistencia en el saber ofrece el aliciente más intenso de la vida, su logro más importante. Nadie puede rechazar este proyecto de liberación; ningún hombre escapado ya de la propia caverna de su animalidad, en un nivel de evolución histórica, puede negarse a la ascensión. El problema, sin embargo, consiste en que el dolor y las dificultades no son de índole individual o subjetivos. La salida de la caverna, de los marcos de la sensibilidad cerrada en sí misma, tropieza no con la oposición de la naturaleza, sino, sobre todo, con la de la sociedad.»
«Entre la naturaleza que somos y la racionalidad y libertad a que aspiramos hay un tercer mundo más poderoso, aunque no más real, que la mordiente utopía de la justicia y la perfección, y más inconstante y feroz que el lógico discurrir de la vida. Y este es el mundo humano. En él tiene que desarrollarse el aprendizaje y el progreso.»
«El regreso del prisionero es aún más doloroso que el proceso de su liberación; precisamente porque ha asimilado un saber que podría parecer una «razón sin esperanza», camino, como va, de la tiniebla. Pero el impulso que le empuja hacia la oscuridad no es ya Eros, sino Philía. No es pasión por el conocimiento, porque este, de alguna manera, ya se posee. No es simple inteligencia lo que culmina el desarrollo de una vida humana; ni fruición por una sabiduría que no pudiera ser compartida; sino ampliar el dominio de lo inteligible, en una conciencia colectiva que le da realidad y sentido. El liberador misterioso, que desató al primer prisionero, cobra, en este momento del mito, corporeidad. Al entrar de nuevo en la caverna, el peregrino de la luz es ya libertador.»
SINOPSIS: «La memoria del Logos», de Emilio Lledó.
«Dialogar con el creador de los diálogos es uno de los ejercicios más fecundos para volver a plantear las cuestiones esenciales de la filosofía. En las largas listas de investigaciones sobre Platón se ha olvidado frecuentemente que entre su orilla y la nuestra fluyen las mismas preguntas. ¿Cómo vivir? ¿Para qué pensar? ¿Cómo relacionar la idea y la realidad? ¿Qué es sentir? ¿Qué es amor? ¿Cómo puede el lenguaje comunicar eso que se llama «verdad»? ¿Por qué el lenguaje puede ir más allá que la simple referencia a lo real? ¿Tiene la teoría alguna otra justificación que aquella que le da la praxis? ¿Son los conceptos, las palabras, reflejo fiel de la vida y del conocimiento, o son su deformación? ¿Puede la educación, la paideia, mejorar a los hombres? ¿Tiene sentido la palabra felicidad? Un nuevo Platón emerge de las cuestiones que laten en este libro.
Emilio Lledó es un filósofo capaz de otorgar a la filosofía una dimensión práctica y de construir puentes entre los filósofos clásicos y nosotros. Su vocación docente consigue que sus libros estén al alcance de cualquier lector interesado en la filosofía, el lenguaje y la moral.
«Pensador de relevancia internacional y de trayectoria ejemplar en el ámbito de las humanidades, concibe la Filosofía como meditación sobre el lenguaje y subraya la tendencia natural del ser humano hacia la comunicación. […] Hace suya la razón ilustrada a través de un diálogo que impulsa la convivencia en libertad y democracia.»
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