Will Smith. Will.

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«Algunas de las lecciones más impactantes que he recibido las tuve que aprender a pesar de mí mismo. Me resistía, las rechazaba, pero finalmente el peso de la verdad las hizo irrefutables. El muro de ladrillo de mi padre fue una de esas lecciones. Los días se hacían largos y, por mucho que odiara admitirlo, empecé a comprender a qué se refería. Cuando me concentraba en el muro, el trabajo se me hacía imposible, interminable. Pero cuando me centraba en un solo ladrillo, todo me parecía fácil: por supuesto que era capaz de poner un maldito ladrillo. A medida que pasaban las semanas, los ladrillos iban escalando, y el agujero se iba haciendo cada vez más pequeño. Comencé a entender que la diferencia entre una tarea que parece imposible de conseguir y otra que parece factible es solo una cuestión de perspectiva. ¿Te estás centrando en el muro o te estás centrando en el ladrillo? Ya se trate de superar las pruebas de admisión para la universidad, de triunfar como uno de los primeros raperos de fama mundial o de desarrollar una de las trayectorias más exitosas de la historia de Hollywood, en todos esos casos lo que parecían metas imposibles de alcanzar podían dividirse en tareas manejables individualmente, muros insuperables compuestos por una serie de ladrillos que uno sí concibe colocar.»


«Cuanto mayor sea la fantasía que vivas, más doloroso será el inevitable choque con la realidad. Si apuestas por la fantasía de que tu matrimonio será feliz para siempre sin ningún esfuerzo, entonces la realidad te pagará de manera proporcional a tu nivel de autoengaño. Si vives la fantasía de que ganar dinero te llevará a ganar amor, entonces el universo te despertará de una bofetada, con la sintonía de mil voces cabreadas.»


«La fantasía es un elemento normal del desarrollo psicológico. Pero a medida que crecemos, dejamos atrás nuestra faceta imaginativa simplemente porque descubrimos que vivir en el mundo real tiene más valor para nosotros que aferrarnos a nuestras fantasías. Debemos aprender a tratar con los demás, a hacer las cosas bien en el colegio y en el trabajo, a sobrevivir en el mundo material. Y es difícil hacer eso si uno no es capaz de percibir la realidad con cierta precisión. 

Es por eso que tenemos que aprender a distinguir entre lo que es real lo que no lo es. De hecho, algunas personas lo distinguen tan bien que cuando se hacen mayores, lamentablemente pierden la capacidad de disfrutar de cualquier cosa que no se una realidad material concreta.»


«El problema es que la ilusión funciona como la miel envenenada: al principio sabe dulce, pero termina en enfermedad y desdicha. Las historias que nos contamos a nosotros mismos, diseñadas para protegernos, sostienen también los muros que impiden justo las conexiones que tan desesperadamente ansiamos. Yo me conté a mí mismo que tenía un amigo llamado Magicker porque me hacía sentir menos solo. Pero esa fantasía también era en parte la razón por la que seguía desconectado de los otros niños del vecindario. Más adelante en mi vida, me inventaría la fantasía de que volverme rico y famoso resolvería el resto de mis problemas. Pero la búsqueda y el mantenimiento de esa fantasía solo me alejó más de mis seres queridos.

Cuando era pequeño, me decía a mí mismo que si entretenía a mi padre y lo hacía reír, no haría daño a mi madre. Pero esa fantasía solo hizo que me sintiera como un cobarde, un mal hijo, a pesar de que nada de aquello era culpa mía.

Mi vida de fantasía, aunque de alguna manera me protegía, también me hacía sentir más culpa, más vergüenza y más desprecio hacia mí mismo. Todas las fantasías acaban por desmoronarse. No importa lo mucho que luches, la verdad siempre sale invicta. La realidad siempre será la ganadora indiscutible.»


«En lo más profundo de mi ser, sabía que mis sueños se cumplirían o se romperían según la gente de la que decidiera rodearme. Confucio tenía razón: es casi imposible que la calidad de tu vida sea superior a la calidad de tus amigos. Y, por suerte, no había ni un solo momento en mi vida en el que haya mirado a mi izquierda o a mi derecha y no haya visto a un amigo extraordinario, alguien que creyera en mí y estuviera ahí para lo que hiciera falta.»


«La esperanza es el motor de la vida. La esperanza es el elixir de la supervivencia en los momentos de mayor oscuridad. La capacidad de prever e imaginar días mejores le da sentido a nuestro sufrimiento y lo hace soportable. Cuando perdemos la esperanza, perdemos nuestra fuente principal de fuerza y resistencia.»


«Si algo he aprendido sobre los consejos a lo largo de los años es que nadie puede predecir el futuro con exactitud. Pero todos creemos que sí. Así que los consejos, en el mejor de los casos, son la perspectiva limitada de una persona sobre las infinitas posibilidades que existen. Los consejos de la gente se basan en sus miedos, sus experiencias, sus prejuicios…Y, al fin y al cabo, sus consejos son eso: suyos, no tuyos. Cuando te dan un consejo, se basan en lo que ellos harían en lo que ellos pueden percibir y en lo que ellos creen que tú puedes hacer. Pero la conclusión es que, aunque sí es cierto que todos estamos sujetos a una serie de leyes universales, patrones, corrientes y mareas (que son predecibles en cierta medida), la primera vez que has existido en toda la historia es siendo tú. TÚ y AHORA formáis un acontecimiento único. Y tú eres la medida más fiable de todas sus posibilidades.»


«Vivir es el viaje de no saber a saber. De no comprender a comprender. De la confusión a la claridad. Por defecto universal, naces en una situación desconcertante, naces desorientado, y tienes una única responsabilidad como ser humano: resolver esa mierda.

La vida es aprendizaje. Y punto. Superar la ignorancia es el objetivo del viaje. Se supone que al principio no tienes por qué saberlo. El objetivo de aventurarse en la incertidumbre es precisamente arrojar luz sobre nuestra ignorancia. Una vez escuché un gran dicho: «La vida es como el colegio, con la gran diferencia de que en el colegio primero recibes la lección y luego haces el examen, mientras que en la vida real haces el examen y es tu responsabilidad extraer una lección».

Todos estamos esperando obtener conocimiento profundo, sabiduría y un nivel de certeza antes de aventurarnos. En realidad, es al revés: es aventurándonos como conseguimos el conocimiento. Durante los años siguientes nuestra ignorancia nos causó diluvios de dolor y sufrimiento, y cuando miro atrás veo claramente que no podría haber sido de otra manera. El universo solo enseña a través de la experiencia.»


«Me resulta muy doloroso que las personas que me importan dejen pasar una oportunidad para crecer. Me he visto en este tipo de situaciones unas cincuenta veces durante mi carrera. Yo estoy dispuesto a escalar y apuntar a lo más alto, dentro de lo humanamente posible,  y tengo el deseo de llevar conmigo a mis seres queridos. Pero una y otra vez, en momentos críticos, cuando se presenta la necesidad de pasar al siguiente nivel, algunas personas están a la altura de las circunstancias, como JL, y otras se retiran. Ya sea porque no comparten una visión más ambiciosa o porque no pueden soportar la presión del nuevo desafío, o porque se atrapan en las profecías autocumplidas, he sufrido en repetidas ocasiones el dolor de tener que despedirme desde el nuevo barco a los que se quedan rezagados de pie en la orilla.»


«Por aterrador que pueda resultar el cambio, también es absolutamente inevitable. De hecho, de lo único de lo que podemos estar seguros es de la transitoriedad de las cosas. Si no estamos dispuestos o somos incapaces de pivotar y adaptarnos a los incesantes flujos y mareas de la vida, no disfrutaremos de nuestra estancia aquí. A veces, la gente intenta jugar con las cartas que le habría gustado tener en lugar de con las que le han repartido. La capacidad para adaptarse e improvisar es, posiblemente, la habilidad más importante de todas las que tiene el ser humano.»


«Tendemos a pensar en nuestra personalidad como en algo fijo y estable. Pensamos en lo que nos gusta y en lo que no, en nuestras creencias, en nuestras nacionalidades, en nuestras afiliaciones políticas, en nuestras convicciones religiosas, en nuestros gestos, en nuestras preferencias sexuales, etcétera, como si fuera algo consolidado, como si fuéramos nosotros. Sin embargo, la mayoría de las cosas que consideramos que son «nosotros» son, en realidad, hábitos y patrones aprendidos y totalmente maleables, y, cuando los actores nos aventuramos a ir más allá de los confines de nuestra conciencia, nos arriesgamos a perder el rastro de migas de pan que nos señalan el camino de vuelta a casa. Nos damos cuenta de que los personajes que interpretamos en la película no son tan distintos a lo que interpretamos en la vida real.»


«Aunque el propósito y el deseo puedan parecer similares, en realidad son muy distintos. En ocasiones, son incluso fuerzas opuestas. El deseo es personal, estrecho y afilado , y tiende a la supervivencia individual, a la gratificación personal y a la obtención de beneficios y de placeres a corto plazo. El propósito es más amplio, más ancho, una visión a largo plazo que incluye el beneficio para los demás. Algo más allá de nosotros mismos y por lo que estamos dispuestos a luchar. A lo largo de mi vida, ha habido muchos momentos en los que he actuado desde el deseo, pero en los que me he convencido a mí mismo de que lo hacía desde el propósito.

El deseo es lo que queremos. El propósito es el fruto de lo que somos. El deseo tiende a debilitarse con el tiempo, mientras que el propósito se hace más fuerte cuanto más nos alineamos con él. El deseo nos puede dejar vacíos, porque es insaciable; el propósito nos capacita, es un motor más potente. El propósito contextualiza el sufrimiento inevitable en la vida, le da sentido y hace que merezca la pena.»


«Renunciar siempre había sido una palabra con connotaciones negativas para mí. Significaba perder, fracasar o rendirse. Sin embargo, mi incipiente relación con el agua me empezaba a revelar que, en realidad, mi sensación de control no había sido más que una ilusión. La renuncia pasó de ser una palabra de debilidad a un concepto de poder infinito. Siempre había tenido un sesgo hacia la acción: empujar, tirar, esforzarme, luchar y hacer. Hasta que me di cuenta de que sus opuestos eran igual de poderosos: la inacción, la receptividad, la aceptación, no resistirse, ser. Detenerse era tan potente como avanzar. Descansar era tan potente como entrenar. El silencio era tan potente como hablar. Dejarse ir era tan potente como aferrarse. Renunciar ya no implicaba derrota. Ahora era una herramienta de manifestación muy poderosa. Perder podía equivaler a ganar en términos de mi crecimiento y mi desarrollo.»

SINOPSIS: «Will», de Will Smith.

«Will Smith, un niño inseguro criado en el tenso Oeste de Filadelfia, se convirtió primero en una de las mayores estrellas del rap de su era y luego en una de las mayores estrellas de Hollywood de todos los tiempos, con una sucesión de éxitos de taquilla que muy probablemente no se interrumpirá nunca. Es una historia épica de transformación interior y de triunfo exterior; una historia que Will narra extraordinariamente bien. Y, sin embargo, eso es solo la mitad de la historia.

Will Smith pensaba, y con razón, que había ganado la lotería de la vida: no era solo que su propio éxito no tuviera parangón, sino que toda su familia, al completo, se hallaba en el pináculo del mundo del entretenimiento. Sin embargo, ellos no lo veían así: se sentían como los protagonistas del circo de Will, un trabajo que les ocupaba los siete días de la semana y que, además, no habían solicitado. La educación de Will Smith no había hecho más que comenzar.

Estas memorias son el producto de un viaje de introspección profunda que nos confronta no solo con todo lo que podemos conseguir a base de fuerza de voluntad, sino también con todo lo que podemos dejar atrás por ese mismo motivo. Escrita con la ayuda de Mark Manson, el autor del exitoso El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda, del que se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo, Will es la historia de una persona que ha conseguido tomar las riendas de sus emociones y está escrita para que todo el que la lea pueda hacer lo mismo. Pocos de nosotros llegaremos a experimentar nunca la presión de actuar en los escenarios más grandes del mundo y de tener tanto en juego, pero todos podemos entender que es muy posible que tengamos que cambiar lo que nos ha impulsado a completar una etapa en la vida si queremos llegar hasta la meta. La combinación de una sabiduría genuina y de valor universal y de una historia vital que es tan entretenida, por no decir asombrosa, que llega a ser casi increíble, ubica a Will en una categoría propia, como a su autor.»

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