Frédéric Gros. Desobedecer.

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«Porque también entonces se puede decir que la tiranía, en el fondo, es la construcción de una sumisión piramidal. Cada cual obedece con miedo a su superior jerárquico, y esa obediencia sube, de abajo arriba, hasta el tirano, que es el único que decide. Pero la representación vertical oculta la cadena horizontal de las complicidades y la parte de compasión complaciente que le toca a cada cual en un régimen tiránico. Si se soporta estar tiranizado es, sobre todo, porque uno puede darse el gusto de ser el tirano de otro: “El tirano sojuzga a unos súbditos por medio de otros”.


Lo que mantiene en pie a la tiranía es su estructura “democrática”. Cada tiranizado se venga de su condición siendo a su vez tiránico con otro, de modo que la relación de obediencia, lejos de formar dos grupos separados (dirigentes y dirigidos), impregna a todo el cuerpo social y todos son cómplices. A cada cual le toca su parte de satisfacción por estar autorizado a ser el tirano de otro.»


«La prioridad no es obedecer a las leyes, cumplir las reglas, sino preservar, salvar nuestros propios principios. Cada cual, para existir realmente, debe dejarse guiar por su conciencia en vez de obedecer ciegamente las leyes, con pasividad absoluta.

Cuando el Estado toma decisiones inicuas, cuando aplica políticas injustas, el individuo no puede limitarse a refunfuñar antes de irse a dormir. No es que el individuo esté “autorizado” a desobedecer, como si se tratara de un derecho que pudiera reclamar en nombre de su conciencia. No, tiene el deber de desobedecer, para seguir siendo fiel a sí mismo, para no crear un desdichado divorcio entre él y sí mismo.»


«“Justificar” no es solo explicar o aprobar, también es convertir en justo lo que claramente no puede serlo. La acción que es justa de verdad no tiene que justificarse, no tiene que reforzarse con planteamientos que la sitúen en una legitimidad superior.»

SINOPSIS: «Desobedecer», de Frédéric Gros.

«Desobedecer debería ser una necesidad urgente y compartida. En esta estimulante invitación a ser responsables, valientes y por lo tanto desobedientes, Frédéric Gros desmitifica todas nuestras razones para acatar las normas, analiza nuestra capacidad de aceptar lo inaceptable y defiende la transgresión como única manera, hoy, de reafirmar nuestra humanidad.

La historia nos ha mostrado con fuerza la figura de los monstruos de la obediencia, y nuestra ancestral tendencia a la sumisión lleva siglos intrigando a los filósofos. En conversación con autores como Sócrates, Montaigne, Arendt, Thoreau o Kant, que nos convencen de hasta qué punto transgredir puede ser razonable, Gros nos acompaña en un ameno recorrido por la historia del conformismo, repleto de anécdotas y ejemplos, y nos permite así descubrir, inventar y provocar nuevas y originales formas de desobediencia.

Este libro nos recuerda que la filosofía, en el fondo, es precisamente el pensamiento en rebelión, y nos ofrece una verdadera ética de la desobediencia frente al desastre colectivo de nuestro mundo actual, que se alimenta de conformismo y cobardía.»

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