Alfred North Whitehead. Los fines de la educación.
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«La educación es la adquisición del arte de utilizar los conocimientos. Es un arte muy difícil de impartir. Siempre que se escribe un libro de texto de verdadero valor educativo, con toda seguridad algún crítico dirá que es difícil enseñar con él. Si fuera fácil, el libro debería ser quemado, pues no puede ser educativo. En la educación, como en todo, la senda ancha y florida conduce a un lugar malsano. Ese camino funesto está representado por un libro o una serie de lecturas que prácticamente habilita al estudiante para aprender de memoria todas las preguntas que probablemente se le formularán en el próximo examen anual. Y de paso diré que no es posible ningún sistema educativo a menos que toda pregunta hecha directamente ante el alumno en cualquier examen sea formulada o modificada por el maestro que ha enseñado a esa alumno la materia sobre la que se examina. El asesor externo puede informar sobre el plan de estudios o sobre el desempeño de los alumnos pero nunca se le permitirá formular al alumno una pregunta que no haya sido estrictamente supervisada por el maestro, o por lo menos, inspirada en una larga conversación con éste.»
«Lo que anhelo grabar en ustedes es que, si bien el conocimiento es uno de los principales objetivos de la educación intelectual, existe otro ingrediente, más vago pero más grande, y que tiene mayor predominio en su importancia. Los antiguos lo llamaban «sabiduría». No se puede ser sabio sin tener cierta base de conocimientos pero es fácil adquirir conocimientos y permanecer carente de sabiduría.
La sabiduría es la manera de poseer el conocimiento. Concierne al manejo de los conocimientos, a la selección de los mismos para la determinación de las cuestiones importantes, a su empleo para valorizar nuestra experiencia inmediata. Ese dominio del conocimiento, que constituye la sabiduría, es la más íntima libertad de que se pueda gozar. Los antiguos lo comprendieron claramente -más claramente que nosotros- la necesidad de dominar los conocimientos por medio de la sabiduría. Mas, en la persecución de la sabiduría en el terreno de la educación práctica, fallaron lamentablemente. Para decirlo sencillamente, su práctica popular suponía que la sabiduría podría ser impartida a los jóvenes por medio de filósofos que les declamaran. De aquí la multitud de obscuros filósofos en las escuelas del mundo antiguo. El único camino hacia la sabiduría es la libertad en presencia del conocimiento. Pero la única senda hacia el conocimiento es la disciplina en la adquisición de hechos ordenados. La libertad y la disciplina son ambas esenciales en la educación.»
«Sin interés no puede haber desarrollo mental. El interés es el sine quan non para la atención y la aprehensión. Pueden ustedes esforzarse por despertar el interés mediante varas de abedul, o con el incentivo de una actividad agradable. Pero sin interés no habrá progreso. Ahora bien, el modo natural por el cual los organismos vivientes son excitados hacia el adecuado autodesenvolvimiento es el gozo.»
«El verdadero objeto es descubrir en la práctica ese equilibrio exacto entre la libertad y la disciplina, que dará el mayor progreso sobre los conocimientos a adquirir. No creo que exista ninguna fórmula abstracta capaz de establecer una regla aplicable a todas las materias, a todo tipo de alumnos o a cada alumno en particular; salvo, por cierto, la fórmula del equilibrio rítmico sobre la que he insistido, a saber: en el primer estadio, el progreso requiere que se acentúe la libertad, y en el siguiente estadio medio debe acentuarse la realización definida de tareas asignadas. Admito sin reservas que, si la fase romántica ha sido convenientemente dirigida, la disciplina de la segunda fase es mucho menos visible, que los niños saben cómo hacer su trabajo, desean realizarlo bien y se puede sin riesgo confiar en ellos en los detalles. Sostengo que la única disciplina verdaderamente importante es la autodisciplina, y que ésta sólo puede lograrse por un amplio uso de la libertad.»
«Estoy seguro que uno de los secretos del éxito en la enseñanza consiste en formularse mentalmente con toda claridad qué es lo que el alumno ha llegado a saber de manera precisa. El maestro cesará entonces en sus vanos intentos para abrumar a sus alumnos con la memorización de una cantidad de cosas de escasa importancia. Es secreto del éxito es la marcha, y el secreto de la marcha es la concentración. Pero, con respecto al conocimiento preciso, la palabra clave es marchar, marchar, marchar. Adquirir rápidamente el conocimiento, y luego utilizarlo. Si se puede utilizarlo, se lo retendrá.»
«En mi labor en las universidades, me ha impresionado mucho la parálisis del pensamiento inducida en los alumnos por la acumulación sin objeto de conocimientos precisos, inertes e inútiles. El principal propósito de un profesor universitario debe ser mostrarse en su verdadero carácter; esto es, como un hombre ignorante que piensa, que utiliza activamente esa pequeña porción de conocimientos. En cierto sentido, el conocimiento disminuye a medida que aumenta la sabiduría, puesto que los detalles son absorbidos por los principios. Los detalles de conocimiento que sean importantes , se aprenderán ad hoc en cada circunstancia de la vida, pero el hábito de la utilización activa de principios bien comprendidos es la posesión final de la sabiduría.
La fase de precisión es la del progreso en la aprehensión de principios por medio de la adquisición de un conocimiento preciso de los detalles. La fase de la generalización es la fase de abandono de los detalles en beneficio de la aplicación activa de los principios, relegándose los detalles a la zona de los hábitos subconscientes. Pero la esencia de ese estadio es el paso de la relativa pasividad de la recepción de la enseñanza a la activa libertad de la aplicación. Por supuesto, durante esa fase, se acrecentará el conocimiento preciso más activamente que antes, porque la mente ha experimentado el poder de la precisión y responde a la adquisición de verdades generales y de abundantes ejemplos particulares. Pero el aumento de los conocimientos se hace cada vez más inconsciente, como si fuera un incidente derivado de cierta activa aventura del pensamiento.»
«La necesidad de constante exposición escrita y oral es un leve estímulo para la capacidad de pensamiento de las clases profesionales. Los grandes lectores, que no cultivan otras actividades, no se distinguen por la sutileza del pensamiento. Tienden a ser tímidos pensadores convencionales. Sin duda, ello es debido, en parte a su excesivo conocimiento, que sobrepasa su capacidad de pensar; pero en parte se debe a la ausencia del estímulo cerebral que proviene de las actividades productivas de la mano o la voz.
Al estimar la importancia de la educación técnica, debemos elevarnos por sobre el concepto que vincula exclusivamente el saber a los libros. El conocimiento directo es la base suprema de la vida intelectual. En gran medida, los libros transmiten una información de segunda mano, que como tal no puede nunca alcanzar la importancia de la práctica inmediata. Nuestra meta es ver los sucesos inmediatos de nuestra vida como casos particulares de nuestras ideas generales. Lo que se aprende por conducto ajeno es un fragmento de información de segunda mano, que ilustra ideas derivadas de otro fragmento de información de segunda mano. Esa falta de experiencia directa es el secreto de la mediocridad de los que son grandes eruditos y nada más. Son mansos porque nunca se han visto amedrentados por los hechos.»
«A fin de obtener la plena comprensión de las verdades como aplicación y no como fórmulas vacías, no hay alternativa para la educación técnica. La simple observación pasiva no basta. Sólo la creación permite una vívida penetración en las propiedades del objeto producido por medio de ella. Si deseas comprender algo, hazlo tú mismo, es una regla justa. Las facultades cobrarán vida, los pensamientos serán vívidos gracias a su inmediata transformación en actos. Las ideas adquirirán esa realidad que proviene de percibir los límites de su aplicación.»
«La juventud es imaginativa, y si la imaginación es fortalecida por la disciplina, esa fuerza imaginativa puede en gran medida conservarse por toda la vida. La tragedia del mundo es que los que son imaginativos tienen escasa experiencia, y los que poseen experiencia tienen poca imaginación. El necio actúa por imaginación sin conocimiento; el pedante actúa por conocimiento sin imaginación. La tarea de la universidad consiste en unificar la imaginación con la experiencia.»
SINOPSIS: «Los fines de la educación», de Alfred North Whitehead.
«Alfred North Whitehead (Ramsgate, 1861 – Cambridge, Massachusetts, 1947) Filósofo y matemático inglés. Fue profesor en la University College de Londres, en el Imperial College of Science and Technology de Kensington y en el Trinity College de Cambridge. Desempeñó, también, importantes cargos administrativos y pedagógicos, cuya experiencia recogió en la obra Los fines de la educación y otros ensayos (1924). En 1924 enseñó en Harvard, donde influyó sobre G. H. Mead, Dewey, Quine y, en general, sobre el neorrealismo americano.En su obra Los fines de la educación y otros ensayos, reúne siete trabajos sobre aspectos teóricos y prácticos de la educación y tres de materia científica especial.»
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